30 mayo 2011

'El congreso' de Alexis Cattini

El congreso

En el corazón humano se llevó a cabo un congreso. Era el congreso que reunía a los malos sentimientos y las malas acciones. A dicho evento asistieron todos los malos sentimientos y todas las malas acciones habidas y por haber. Concurrieron el resentimiento, el rencor, el miedo, la corrupción, la violencia, la ira, el egoísmo, la soberbia, la avaricia, la envidia, la infidelidad, la ingratitud, la venganza, la ambición desmedida, entre otros.
El presidente del congreso era el odio, el mayor y más fuerte de los malos sentimientos. Cuando todos los concurrentes ya habían tomado su lugar en sus respectivos asientos, el odio subió al escenario de adelante para comenzar con su discurso. El odio acomodó el micrófono, se acomodó en el atril, miró a sus compañeros y empezó la locución.
El odio dijo: “Queridos hermanos, les doy la bienvenida a este congreso y les agradezco su presencia. Estamos aquí reunidos con el propósito de idear una forma de expulsar del corazón humano al amor. Si, escucharon bien, debemos expulsar al amor definitivamente. El amor es un sentimiento no grato para nosotros, es un sentimiento que estorba nuestros planes y que hagamos lo que hagamos siempre resurge como el ave fénix. A lo largo de los años, las décadas y los siglos nosotros hemos conducido al hombre a guerras, enfrentamientos, contaminación, hambre, explotación de unos a otros y si bien, hemos tenido éxito en algunas cosas, todavía no dominamos al hombre totalmente. ¿Y porque todavía no lo dominamos totalmente?, la respuesta es muy fácil, porque el hombre todavía conserva en su corazón al amor. Y el amor es un enemigo muy difícil de combatir porque se manifiesta de muchas maneras, como por ejemplo: el amor hacia otra persona (pareja, familiar, amigo, compañero, etc.), el amor hacia los animales, el amor hacia las plantas, el amor hacia la naturaleza y el medio ambiente y hasta el amor hacia un bien material.
Por todo esto y más, les pido que entre todos pensemos la manera definitiva de acabar con el amor. Muchas gracias”.

Después de emitidas estas palabras por el odio, los concurrentes al congreso aplaudieron fervientemente al unísono durante unos minutos. Todos los integrantes del congreso se tomaron un breve descanso para hablar distendidamente entre ellos para después retomar dicho evento. Después de descansar y distenderse durante unos minutos, todos volvieron a su sitio. El odio volvió a tomar la palabra y les preguntó a los demás si se les ocurría algo para acabar con el amor. Varios hicieron uso de la palabra, pero ninguna exposición le convenció al odio. Hasta que de repente, alguien, sentado en la última fila, levantó la mano. Era un ser oscuro, misterioso y pidió la palabra.
Ese ser tomó el micrófono y dijo: “Señor odio y miembros restantes de este congreso. Los saludo cordialmente y me presento ante ustedes. Yo soy la traición. Yo he destruido personas, familias y hasta naciones enteras. Millones se han peleado por mi culpa durante siglos y siglos… jajaja. Pero no me quiero extender mucho. En concreto, quiero decirles que tengo una gran idea para acabar con el amor. Mi idea consiste en que alguien salga de aquí disfrazado de un sentimiento bueno y convenza al estúpido del amor a que venga aquí, que se llevará a cabo una reunión de buenos sentimientos y buenas acciones. Entonces cuando el amor entre se va a encontrar con todos nosotros y en ese momento lo expulsamos del corazón humano”.
El odio y el resto de los concurrentes quedaron fascinados con la idea de la traición y en seguida pusieron el plan en marcha. El rencor (fiel secuaz del odio) se disfrazó de la sinceridad y salió del congreso en busca del amor. Un rato después, el rencor encontró al amor. Le dijo todo lo que la traición había dictado y el amor, creído que era la sinceridad y que todo era verdad, accedió a acompañar al rencor al congreso. Cuando entraron al recinto, el rencor mostró su verdadera cara y el amor vio a todos los malos sentimientos y las malas acciones reunidas.
De pronto, se presentó el odio y la traición frente al amor y le dijeron que ellos querían expulsarlo del corazón humano. El amor, abucheado por todos los congresistas, miró al odio a los ojos y le dijo: “Antes que me digan su postura, quiero decir algunas palabras, ¿puedo?” y el odio le dijo: “Si, está bien, pero que sea breve… jajaja”.
Entonces el amor
subió al escenario, tomó el micrófono, se acomodó en el atril y dijo: “Durante siglos, todos ustedes han convivido conmigo en el corazón humano. El hombre guarda en su corazón buenos y malos sentimientos y realiza buenas y malas acciones. Todo hombre posee su lado bueno y de luz y su lado malo y de oscuridad, y cada persona sabe a qué lado escuchar y seguir. Yo no obligo nada a nadie, por eso cada persona es libre de escoger. Yo no soy como ustedes, ustedes siempre están intentando expulsarme mientras que a mí no me interesa expulsarlos. Por mi, pueden seguir conviviendo conmigo en el corazón humano. Y algo más, sepan que ustedes nunca me van a destruir, yo soy eterno y mientras sigan existiendo personas de luz y buenas de corazón y alma, yo siempre viviré”. Después de esto, todos los concurrentes empezaron a irse del congreso sin emitir ni una sola palabra. El único que se quedó fue el odio, que se acercó al amor y le dijo: “Siempre seremos enemigos pero por ahora no intentaré nada contra ti” y el amor le contestó: “Por mí, haz lo que quieras tú y tus súbditos, y claro que siempre seremos enemigos. Además, la lucha entre la luz y la oscuridad continuará en el corazón humano”.

Relato enviado por Alexis Cattini

Gracias Alexis por enviar tu relato ;)

10 mayo 2011

'EL AMOR DEL LIBRO' de Andrés Alcalá

EL AMOR DEL LIBRO

El amor, ese extraño compañero que nos hace voltear el corazón siempre que puede y muchas veces sin esperarlo. Jamás había pensado en ella, y siempre la veía pasar con su aire seguro, discreto pero desprendiendo gran sosiego y sin reclamar nunca tu atención, se mostraba como un lugar seguro donde acudir.

Mi vida corría tranquila, en la cotidiana quietud de quien, a sus cuarenta y algo ve la vida de otra forma, más pausada y sosegada. Pero en algún momento esa chispa salta, no hay razón que pueda explicarlo, pero ahí está. Ahora la ves pasar pero ya no es de la misma forma, ahora la sigues con la mirada algo más. Pero, no puedes acercarte.

Todos tenemos nuestro sitio y no podemos salirnos del guión que nuestras vidas ya ha marcado. Sin embargo, el ruido de fondo sigue.

Las conversaciones anodinas, de trabajo casi siempre y de la familia (bien, gracias). Nada más. Pero una luz sale a relucir, los libros.

Siempre nos permite las conversaciones. Ese será mi vehículo, mi cadena de transmisión sin delatarme. Pero no sólo la conversación, se precisa además algo material. El libro en sí.

Cuando prestas un libro, es un material, una historia. Pero es ese acto, el prestar, el que transmite algo más. Si sabes que el libro va destinado a esa persona en concreto, recibes o das algo más. Y algo distinto. No sólo lees el libro, lo tocas casi de forma reverencial.

Ese cauce de comunicación es solo unilateral, pero es un cauce. Además, si recibes uno también, puede significar un proceso similar al que sientes cuando das. Así, al tema del trabajo y la familia, unimos el de los libros. Gustos más o menos iguales, pero la correa invisible que nos une pervive mientras se prosiga el intercambio.

Eso me obliga a leer de forma compulsiva, a reclamar y a esperar. Es una sutil forma de amor, solo en mí conocida y solo en mi disfrutada. Cuando palpas el libro te imaginas que hay alguna pizca, átomo o restos mínimos de esa otra persona que ha pasado por sus manos. Pero también, que ha pensado lo que tú, que ha sentido lo que tú has sentido.

Siempre llega el tiempo del intercambio. ¿Y ahora qué libro? Es un salto al vacío, es una apuesta a lo desconocido. No existe el sondeo, no hay pruebas, nada. Lo debes ajustar a los gustos que sutilmente han aparecido, que vislumbras levemente y que sospechas, pero nada más.

Ahora recibes uno. Te asaltan las mismas dudas, en especial si ha sido el mismo ritual que tú has llevado a cabo, repasas, miras indicios de la más mínima alteración del orden natural del libro, de su ser. Pero claro, nada. Afortunadamente, así el juego continúa.

El círculo que no se cierra, la carrera del depredador y de su presa. Esa es la sensación.

Ese el motivo, es una forma de amar.


Relato enviado por Andrés Alcalá
Gracias Andrés por enviar tu relato ;)