25 junio 2014

'La gota de agua' de Nanci Lorena Bordón

'La gota de agua' de Nanci Lorena Bordón

Salió del mar y se encontró en la nube..
después la nube se alejó con el viento...
y por fin, al llover, la gota de agua
se encontró en la raíz del duraznero..
Otras gotas quedaron en las ramas,
y al verse tan arriba, se rieron de la pobre gotita
que en la tierra, tan lejos y oscura, yacía  muerta..
pero al final, la gota no había muerto...
la gotita se transformó en el jugo un durazno nuevo...

Relato enviado por Nanci Lorena Bordón
Gracias Nanci Lorena por enviar tu relato ;)

18 junio 2014

'El escritor aficionado' de Antonio Rodríguez

'El escritor aficionado' de Antonio Rodríguez
Cuando llegó su turno el sujeto “C” empezó a leer con parsimonia. La clase en silencio le observaba:
Decía así:
Josefina Sánchez tenia ochenta y dos años a todos los efectos. Es decir, más que bajar, deslizaba cuidadosamente los pies por la escalera cuando iba en busca del pan y la leche de todos los días.
La proeza de comprar una baguette distante 300 Mts. del 3º A, significaba una aventura combinada.

Primero espeleología: Bajar los escalones. Después marcha: Acera, bordillo, paso de peatones, calle cuesta arriba y abrir la pesadísima puerta del comercio. A continuación lucha libre con momentos ocasionales de esgrima: Consistía en conseguir la barra sin que nadie se colara, con levantamiento
de la garrota a la primera intentona. Alcanzado el objetivo empezaba otro fatigoso treaking hasta el portal y para terminar una inacabable sesión de alpinismo hasta coronar la cima del tercero A.
La ergonomía de unas zapatillas a cuadros con las taloneras desgastadas y una protección superior consistente en llevar el dedo gordo asomando por el frente, aquel día pudo con el cuerpo de Josefina. A la altura de la segunda etapa o segundo piso, mientras descendía la maldita escalera, el
bastón se trabó en los huecos metálicos de la barandilla.. Fue como si a un espeleólogo se le soltara la escala. Su silueta describió una curva nada graciosa en el aire y se precipitó en caída libre hasta el rellano del primero.

Amaneció en la UCI impoluta del Gregorio Marañón rodeada de tubos, monitores que hacían “Pip” y con una esplendorosa escayola color blanco brillante desde el hombro hasta donde le alcanzaba la vista. En dos minutos cuadró sus pensamientos recordando el vuelo en picado con aterrizaje forzoso.

Un doctor embatado en verde se le acercó con sonrisa de hielo:
.-Señora ,como se encuentra?.
Josefina respondió con voz apagada .Las palabras le parecían lija en la garganta:
.-Bueno… bien ¿Qué me ha pasado?
.-Ha tenido Vd. un accidente grave.
.-Y que tengo doctor?
.- ¿Quiere saberlo de verdad? Pues mire rotura del fémur a la altura de la cadera, humero derecho astillado, traumatismo cráneo-encefálico leve y contusiones diversas en todo el cuerpo. Tiene para unos tres meses.

Entonces Josefina empezó a reír sin parar, todo lo que se puede reír con un cuerpo hecho trizas.
Le rodearon rápidamente tres enfermeras, dos auxiliares, seis médicos y hasta el jefe de planta se personó en el caso. Se estremecían las escayolas, vibraban los tubos del suero y el monitor emprendió una loca carrera al ritmo de las carcajadas. Mientras que hablaban de un scanner, doble ración de tranquilizantes o un derrame cerebral, la accidentada levantó una mano color mercromina y entre espasmos de risa dijo:

.-Miren Vds., yo me tiré por la escalera. No tendré que bajar para comprar el puñetero pan durante noventa días. Le debo a la portera diecisiete recibos de alquiler que se iban a ejecutar hoy por vía judicial con desahucio incluido.. No los pagaré. El sieso del primero me puso una denuncia cuando le destrocé la puerta a garrotazos por pegarle a mi gato. Mañana el carpintero venia a cobrarme la factura. También se irá en blanco. No tengo hijos ni familiares conocidos, por lo que como nadie me puede acoger, acabaré en un asilo estatal comiendo la sopa boba cuando salga de aquí .Mientras tanto me considero de vacaciones durante tres meses.

Josefina se excitaba contándolo hasta casi sentarse en los ataques de risa.
.-¡!Que cambio Dios mío ,que cambio, soy rica!!.Cama limpia ,comida caliente puesta en la boca, medicinas, silencio por la noche ,calefacción, gente amable que me cuida, que me cambia de ropa y todo gratis. Y en la habitación luego…!!Televisión para ver la novela! ¡ Oiga Dr. serán tres meses de
verdad, eh? No me estará Vd. engañando?.
Unos lloraban, otros reían, el jefe de planta miraba a Josefina como el que descubre que tiene un
marciano por paciente. Poco a poco, cada uno con sus sentimientos volvió al trabajo comentando.
A las diez de la noche la aplicaron un tranquilizante porque los contusionados vecinos de cama empezaban a revolverse en sus vendas ante las risas de Josefina.
El sujeto “C” dio por concluido el escrito y cerró la carpeta.
A los diez segundos el sujeto “A XL” (profesor de relato) dijo:
.-Bueno…como lo veis?.
“B” respondió:.”Esta bien…pero yo creo que le falta profundidad. No deja de ser una anécdota. Por otra parte, quién le trae el resto de la compra?.”
“J” habló a continuación: “Yo no veo el argumento, el final si, pero entre la presentación y lo del hospital está bastante vacío. Yo describiría un poco más la parte intermedia. La de comprar la barra.”
“C” sacó una libretita verde y empezó a tomar notas según hablaban los demás.
“D” dijo :” No se puede tramar una cosa así ,se podía haber matado. No creo que haya nadie capaz
de calcular los riesgos”.
“E” continuó: “Creo que la historia quedaría mejor si fuera un joven con problemas económicos .Lo
veo mas factible”.
“C” Seguía tomando notas ya de manera nerviosa. Sus trazos eran muy rápidos. Casi taladraba el
papel por la presión con el bolígrafo.
“F” prosiguió: “Yo hubiera hecho que la atropellaran en el paso de peatones. Le daría una dinámica
diferente”.
“C” empezaba a revolverse en la silla pero seguía escribiendo atento a la libreta.
Hubo un pequeño silencio.
Entonces “G” dijo: “Yo lo hubiera montado de tal manera que a la abuela la dispararan en un atraco
a un banco”.
“C” quedó inmóvil con la mirada perdida y dijo: “Un momento”.

Dejó la libreta a un lado y se agachó.
De debajo de la mesa extrajo un portafolios negro. Las manos le temblaban ostensiblemente.
Lo abrió con lentitud y extrajo un grueso tomo en cuyas pastas se leía: “Manual del escritor aficionado”.”H” lo cogió con cuidado y notó que los dedos penetraban en el formato por la parte de atrás, como si estuviera vacío. Al darle la vuelta comprobó que en vez de páginas había el molde de
un arma vista en numerosas películas.
No dio tiempo a más. Una ametralladora modelo UZI con silenciador tronaba suavemente en las manos de “C”.Saltaban astillas de la mesa,de las paredes, volaban bolígrafos, bolsos y apuntes y entre el estrépito de las sillas volcándose, todos los presentes iban cayendo al suelo en diferentes
posturas.
Hubo un largo silencio cuando se cortó la ráfaga Entre el humo, solo una botella de espumoso siseaba en el estante de la clase de Enología.
“C” guardó lentamente el libro y la UZI. Cuando tocaba las cerraduras del portafolio se oyó un quejido y un brazo ensangrentado se levantó al otro lado de la mesa con un bolígrafo entre los dedos:
Sonó una voz de ultratumba “Oye “C”…Soy “H”… que a mi me ha gustado mucho..”.
La mano cayó pesadamente mientras “C” cerraba la puerta del aula con cuidado.

Relato enviado por Antonio Rodríguez
Gracias Antonio por enviar tu relato ;)

11 junio 2014

'La misión fue un fracaso' de Emilio Rodríguez

'La misión fue un fracaso' de Emilio Rodríguez

La misión fue un fracaso desde el principio.
Pero la corporación, como siempre, se empeñó en creer que iban a sacar una buena tajada. Como siempre.
El proyecto era simple. Frente a la escasez de agua deuterada en la Tierra y las ingentes cantidades que usaba la actual industria metaloláctica el negocio era redondo. Ir, coger el agua y volver.

Hay que reconocer que sin los avances en compresión cuántica la idea hubiera sido inviable. Como imaginar hace sólo unas décadas que 0,3 hectómetros cúbicos de agua, se pudieran comprimir hasta el tamaño de un terrón de azúcar.

Al teniente Bob le daba igual que fuera agua deuterada o plátanos de Canarias, siempre que al final le pagaran lo convenido.

Todos le llamaban teniente, pero todos sabían que le echaron del ejército por un oscuro asunto de sexo con alienígenas. Un tipo de pocas palabras, botas sucias y gorra gastada.

Él dijo que no habría problemas siempre que buscaran alguien que "supiera bien lo que hacia con un compresor." La última vez, estuvieron un mes encontrándose pequeños pedazos del operario por el casco de la nave.

Llegaron a ZxY en el tiempo esperado. No tan poco ?? Como las nuevas naves hiperlumínicas pero no estaba mal para un cascajo de más de 20 años.

Almorzando antes de pisar la superficie de ZxY, el segundo de abordo dijo :" Joder las zanahorias están asquerosas, a quién se le ocurre mandarlas en un viaje hipercinético? Todo el mundo sabe que no aguantan!!". El teniente Bob contestó con resignación :" Éstos chupatintas!! Siempre piensan las cosas desde su escritorio. Y claro luego pasa lo que pasa".

Se acercaron pesadamente a uno de los mares principales de ZxY con todo el material. El compresor cuántico, las enormes gomas de succión, los racores y el pequeño módulo de almacenamiento. El mar estaba en total calma reflejando las dos lunas del planeta.

El técnico montó el equipo y cuando fue a introducir la goma en el agua sonó "Clonk".¿ Quién iba a imaginar que los mares de ZxY estaban congelados? Todos se quedaron atónitos frente a la situación.

El teniente Bob se atrevió a romper el silencio con resignación :" Estos chupatintas!! Siempre piensan las cosas desde su escritorio. Y claro luego pasa lo que pasa".


Relato enviado por Emilio Rodríguez 
 Gracias Emilio  por enviar tu relato ;)

04 junio 2014

'Palabras' de Anónimo

El fuego que llevaba en las venas se convertía en palabras cuando pasaba por la delicada  musicalidad de su fiel pluma, que tan increíbles historias había escrito. Cuentos de  príncipes de Oriente, de damas y caballeros, que conseguía crear una realidad al  margen del mundo que vemos y tocamos, que consigue que al leer sus palabras se nos erice el vello; porque nos lleva a sentir aquello que sus personajes sienten, a ser héroes y villanos, a ser nosotros y a no ser nadie. Que conseguía que la tinta se convirtiese en  el olor del azahar y en el lugar más bonito del mundo.

 Las palabras surgen a borbotones de mi pensamiento, vibrante e inquieto. Aunque son solo palabras, vacías de significado, que ilustran la locura de un joven  que ha perdido la ilusión de vivir. Su escritura era solo una manera de hacer creer a  los infames en cuentos que convierten la realidad en algo de lo que puedan sentirse orgullosos de participar. Sentía la pluma rasgando el papel, escribiendo, trazo a trazo, líneas de amor, de odio y de codicia, palabras perdidas en el viento, solo sangre sobre el cristal, algo que no merecía la pena observar, un último atisbo de la cordura de alguna persona a la que no merece la pena recordar, porque las palabras son solo eso, palabras, nada más. Formas confusas carentes de materialidad, efímeras, fugaces, inestables, pedazos de la memoria de alguien que quiere ser recordado, un rastro de la existencia de algo ya olvidado hace tiempo , que componen poesía , escritura y arte, el arte de las palabras nos enseña el valor de la cultura como algo que nos compone, que nos define y nos dirige,¿ porqué sin cultura ,que nos queda?

No nos queda nada, solo somos hojas barridas por el viento. Somos las cenizas arrasadas por el fuego, el fuego que corría por sus venas y se convertía en tinta, tinta capaz de escribir un bonito cuento infantil o la sentencia de muerte de un hombre, capaz de ser maldad, de romper corazones, de  arrebatarle la esperanza a aquellos que ya lo habían perdido todo, de acabar lo que las  espadas empezaron y comenzar lo que los hombres finalizan. Porque al final es fuego lo que nos acaba consumiendo, nos oscurece, nos hace ser infinitamente peores de lo que deseamos, que saca la maldad de nuestros puros corazones, porque la maldad de los hombres es capaz de tapar la luz del sol al igual que nuestra imaginación nos puede hacer volar, ser por fin libres, ver el final del camino, vivir el último capítulo de nuestra historia, notar como el agua , poco a poco discurre por nuestro cuerpo .Las olas y la suave brisa salina mecen la cálida arena de la playa , donde un náufrago yace tumbado en la arena, ese náufrago soy yo , feliz , de haber encontrado por fin tierra firme.


Relato enviado por Anónimo
Gracias Anónimo por enviar tu relato ;)

28 mayo 2014

'Historia de un suicida.' de Anónimo

'Historia de un suicida.' de Anónimo

Suspiro una vez lentamente el aire escapa de mis pulmones mientras miro el atardecer
desde el balcón, el sol se esconde entre las puntas de los edificios que me rodean, se
despide del hoy, y barre el cielo con su dorada luz.
Pienso que está dejándolo limpio para que la suave Luna de plata baile toda la noche por
el estrellado firmamento.

Ella, melancólica, fría y apagada, ilumina, con una tenue luz a un caminante solitario.
Con las manos dentro de los bolsillos de su cazadora va andando por la calle recitando
en un tono casi inaudible versos de amor, de abandono y de soledad.
Sus palabras contienen fuego, sus letras vibran, quebrando el aire que llenan, sube el
tono, levanta la cabeza y canta, furioso. Su público son los gatos y el hormigón.

Salta y cae, el suelo siente su fuerza, su energía y su desesperación, los ojos le
brillan , su color, sobrenaturalmente intenso se ve desde la otra punta de la calle, le
miro mientras él baila, no se qué pasa , yo sólo veo su melena mecerse al ritmo de esa
inexistente música que el crea con su aullido gutural, que es canto de ángeles. Sus venas
se abren, su sangre emana de las heridas abiertas , cae por sus brazos , formando hilos
de suave color vino por toda su piel, gotas de vida roja caen al suelo, convirtiéndose
al instante en negro líquido de dioses. Empieza a decaer, baja la cabeza, se agacha,
chasquea los dedos haciendo volar la sangre que los bañaba, vuelve a saltar, mueve los
brazos mientras hace recorrer a sus piernas líneas de blanco y añil.
La capucha de su cazadora le tapa la cara.

En ese momento me mira, y esos ojos, brillantes, me suplican piedad, pero yo no debo
intervenir en esa danza que no cesa, no obstante soy incapaz de dejar de mirarlos desde
el final de la calle. De pronto su expresión se suaviza, sonríe, y me enseña una hilera de
dientes amarillentos, planta una rodilla en tierra, me hace una reverencia burlona y se
desploma.

Cierro los ojos, y cuando vuelvo a abrirlos el hombre que bailaba soy yo, tirado en
medio de la calle, con una navaja en mi mano izquierda y un charco de sangre a mi
alrededor.

Relato enviado por Anónimo
Gracias Anónimo por enviar tu relato ;)

31 marzo 2014

"Drug's Soul" de José Sánchez

"Drug's Soul" de José Sánchez

Se sentía desgarrado por dentro, sentía, la música de discoteca penetrar sus oídos, el miedo recorría su espalda perlada por el sudor, sus ojos, rojos, dejaban ver la desesperación de aquel que pierde la verdad de sus palabras y la esperanza de sus oídos.

Caminaba, de día, por las calles, sin nada que hacer, para él todo eran ya desconocidos a los que mirar con miedo y aprensión, clavaba sus pupilas, verde muerto,  en los tímidos ojos de aquellos que gozaban aún de algo de paz en su psique; su mente, sin embargo era un cúmulo de paranoia, rabia y confusión. Se paró, detrás de un contenedor, suavemente se deslizó hasta el suelo y allí, escondido a los ojos de la sociedad encendió con una temblorosa y raquítica mano un cigarro envuelto en papel amarillento. Sentía el suave humo recorrer sus pulmones, su cabeza daba vueltas, ya no tenía control sobre nada; por lo menos ahora no sufría los tormentos que le acompañaban cuando era solo él, sentía que aquello que poblaba sus nervios y alteraba sus sentidos era lo único dispuesto de darle algo de cariño, que era lo único que no iba a juzgarle.

Padres, hermanos, amigos, familia y conocidos, todos creían ayudarle, pero se cansaron de él, todos lo hacen, los sentía distantes, ellos no le comprendían, ellos no eran suficiente…. Sus visión se difuminó y sintió la tensión aumentar en sus venas, creía que la sangre iba a acabar huyendo de él a través del delicado papel de su piel, marcado por las colillas y tejido por pinchazos y tatuajes. Una bonita rosa desafiaba con su belleza la triste figura de una pierna desfigurada por la delgadez, sus espinas se clavaban en los músculos de la desgastada articulación.
Caminaba, vacilante, se tambaleaba, apenas pudo llegar a una desvencijada puerta de metal cobrizo, tocó, con la poca fuerza que le quedaba, hasta que la puerta se abrió, deslizó la mano por el bolsillo de su sudadera, le entregó un arrugado billete al hombre negro que le miraba con cara de desprecio y masculló un gutural ruido exigiendo una dosis, sin mediar palabra y tras un breve instante salió con una pequeña bolsa de plástico cogió mirándola con recelo, para luego observar como la cortina celeste caía, ocultando con su negro telón salpicado de estrellas las calles de una ciudad sin rumbo , siempre a la deriva. Deambuló, sintiéndose dueño de las calles, inclinando la cabeza mirando con desdén al que era su mundo queriendo dormir, más tarde que temprano llegó a un parque donde habitaba un ruiseñor, se tumbó en la hierba y abrió una bolsa, con cuidado sacó la jeringa con su plateada punta, introdujo el frío líquido en sus venas, sonrió y saludó a Morfeo.


Le dijo buenas noches al bosque y buenos días a sus sueños, era un niño, corría descalzo, sentía, húmedas y vivas a las plantas que pisaba, el barro, empapaba sus  pies, los rayos de tímida luz nocturna se filtraban entre las copas de los árboles, giró y dio vueltas, rió, bailó y abrazó a las estrellas, sonrió, y su corazón dejó de latir.


Relato enviado por José Sánchez
Gracias José por enviar tu relato ;)

09 febrero 2014

'El viejo eucalipto' de Marcos tenorio márquez

'El viejo eucalipto' de Marcos tenorio márquez

El viejo eucalipto se nos muere,con más de un siglo de antiguedad,ha comtemplado desde su
privilegiado enclave,el paso de los años,desde que fuera plantado a principios de siglo,ha resistido todo tipo de vendavales,temporales y borrascas.
Sobre su copa han anidado,gorriones,jilgueros y cárabos,solitario,apartado del resto de congéneres creció de forma desmedida,elevandose,sobre el resto,vanidoso,orgulloso,altivo y arrogante presume que sobre su copa,preciosos jilgueros de colores,emitan preciosas melodias anunciando el nuevo día.
Adolescentes enamorados se han besado bajo tus ramas,abuelos y nietos han disfrutado en el sofocante calor del verano,de sus generosas sombras contando historias y relatos de tiempos pasados, aspirantes a poetas,han compuesto bellas poesias, contemplando las bulliciosas esquinas,repletas de vida,sobre tu robusto tronco se han dibujado corazones,que el tiempo ha borrado,se ha llorado y tambien reído,se han contado secretos confesados e inconfesables,se ha mentido,maldecido,cuestionado pero siempre has permanecido en silencio y cúando tus ramas y hojas comienzan a morir,lentamente,tu savia ya no fluye por tus venas con la misma fuerza de antaño,te resistes a morir cómo el bravo guerrero en el fragor de la batalla,cómo el toro con la estocada dada,cómo la madre,enferma,que se resiste a abandonar sus hijos.
Cuando mueras,tus cenizas iran al cielo,aunque nunca te olvidaremos,en nuestra memoria perdurarás para siempre,y en mi casa vivirás eternamente,colgado de un lienzo realizado con esmero,aunque no sienta la fragancia de tus flores,ni el tacto de tus hojas,en mi memoria te recordaré y en mis sueños,me inspiraré para rendirte este bonito homenaje.


Relato enviado por Marcos tenorio márquez
Gracias Marcos por enviar tu relato ;)

02 febrero 2014

'Dos palabras' de Israel Martínez

'Dos palabras' de Israel Martínez

Cuando Seilou despertó se quedó un rato tumbado en la cama mirando al techo fijamente pensando, hoy iba a ser el día más importante desde que llegó a España desde su Gambia natal hace ya más de ocho años, iba a ser el día más importante de toda su vida; se levantó, se duchó, y se quedó delante del espejo mirándolo atentamente, en silencio, solamente pronunció dos palabras, dos palabras que repitió varias veces, las dos palabras que cambiarían su vida para siembre.
María salió de la oficina de inmigración donde trabajaba, en realidad, estaba realizando unas prácticas, remuneradas, pero prácticas al fin y al cabo, sólo que le gustaba considerarlas como un trabajo normal y bien pagado para no cabrearse. Hacía algunos meses que había terminado en Madrid un máster titulado Cooperación al Desarrollo, aunque las prácticas las estaba realizando en Alicante, pues le surgió la oportunidad y no quiso desaprovecharla, allí contaba con algunos buenos amigos con los que convivió aquel inolvidable verano en las Azores. Cuando terminase el periodo de prácticas deseaba volver a Madrid y montar una consultora de formación e investigación con sus   compañeros de máster, de hecho, ya habían comenzado con los  trámites, pero la lentitud de la burocracia española es algo capaz de agotar la paciencia a cualquiera. Finalmente, llegó a casa, se dio una ducha, y se tumbó en la cama para reflexionar, llevaba varios días dándole vueltas a la cabeza, intentado analizar todos los aspectos posibles para tomar la decisión correcta, pero, ¿cuál es la decisión correcta?, ¿cómo se puede medir una decisión sin conocer las consecuencias que pueden llegar a producirse?, entonces, ¿quiere eso decir qué todas las decisiones son correctas en sí mismas?, de ser así, ¿entonces no importa qué decisión se tome pues siempre será la correcta?, hasta que, obviamente, el tiempo te quite la razón y te demuestre que te equivocaste.
María era una chica bastante liberal en cuanto a sentimientos se refiere, aunque había tenido relaciones de cierta duración, le agobiaba un poco eso de vivir en pareja, le incomodaba compartir su espacio vital, pero esto era distinto, era mucho más que una simple relación de pareja, de compartir piso o ducha, era su propia filosofía de vida, lo que sentía por ese chico, ¿era real?, o por el contrario, ¿estaba siendo traicionada por ese exótico misterio embriagador que producen otras culturas diferentes a la nuestra?, lo cierto es que esto parecía algo diferente, era una sensación que no había tenido en sus otras relaciones anteriores, ¿estaría dispuesta a llegar hasta el final con todas las consecuencias? Dos palabras, sólo dos palabras pueden cambiar el rumbo de una vida.
Seilou se vistió, se puso sus mejores galas, y se miró una última vez en el espejo, esbozó una amplia sonrisa al verse, la verdad es que no podía ocultar su felicidad, ni mucho menos sus nervios, tan solo esperaba que llegara la hora y que todo saliera bien. En esos momentos le vino a la cabeza la imagen de su madre y de su familia, los echaba mucho de menos, sobre todo a ella, pensó en los difíciles momentos que vivió en su pueblo, pues allí la vida era muy dura, dejar a todos atrás para adentrarse en lo desconocido, pero, pese a todo, Gambia era diferente, hay algo allí que te embauca, algo de lo que carece occidente, «África te cambia la vida», solía decir. Siguió pensando en su madre e imaginó lo orgullosa que se sentiría si pudiera ver a su hijo en ese momento, ojala pudiera ir pronto a verla, mientras tanto tenía que conformarse con evocar sus recuerdos, lo que era seguro era que le mandaría las fotos, junto con algo de dinero, tan pronto como pudiese, y le contaría lo sucedido, hasta el más mínimo detalle. Finalmente salió del piso en el que vivía junto a otros compañeros, también africanos, que había conocido hace un par de años trabajando en la vendimia, bajó a la calle y fue a encontrarse con su destino sin dejar de pensar en esas dos palabras.
María, tras largas noches de profunda meditación, llegó a la conclusión de que debía que aceptar la propuesta, era una cuestión de coherencia consigo misma, y, al mismo tiempo, una muestra de coherencia y respeto hacía él, al fin y al cabo, ¿no estaba enamorada?, si no lo hacía por amor, entonces, qué sentido tenía todo; siempre procuraba ser fiel a sus principios, hacer las cosas que realmente quería hacer, que consideraba justas, que le salían de dentro, jamás haría cosas de las que renegara sólo por interés, despreciaba a quienes lo hacían, aunque, afortunadamente, no había conocido a nadie cercano en su vida que tuviera tales actitudes, renegaba del dinero por el dinero, nunca le interesó la ostentación.
Cuando le comunicó su decisión se sintió aliviada, liberada de la carga que había llevado los últimos días, él la miró con una expresión que María recordaría mientras viviese, su rostro era felicidad, sus ojos reflejaban todos los duros momentos que había atravesado a lo largo de su vida en una mirada de profundo agradecimiento absolutamente conmovedora y escalofriante, ella también le sonrió feliz por la decisión que había tomado, convencida de que ésa era la decisión correcta y que el paso de los años no haría otra cosa sino confirmárselo, no le importaba tener que  renunciar a alguno de sus principios más arraigados, era una situación especial por la que merecía la pena una pequeña concesión, y se fundieron en un abrazo durante el cual los relojes se pararon y la tierra dejó de girar; al fin y al cabo son tan solo dos palabras.
Seilou llegó al lugar media hora antes de la hora estipulada, cuando se encontró frente a frente ante aquel edificio el corazón se le subió a la garganta, observó detenidamente su arquitectura, aún no podía creérselo, jamás pensó que algo así pudiera llegar a pasarle; finalmente, subió los siete escalones que iban de la calle a la entrada, antes de entrar al edificio se giró y echó una última mirada rápida a su alrededor, como esperando despertarse y volver a la realidad, finalmente, respiró hondo, abrió la puerta, y subió a la primera planta, donde le habían dicho que se presentase, se sentó y esperó a que llegará el momento; mientras, en su cabeza, resonaban dos palabras.
María se despertó un tanto sorprendida por lo bien que había dormido esa noche, la verdad es que no se lo esperaba, hoy era el gran día, al fin había llegado. Se duchó y se tomó el desayuno, sentía una extraña mezcla de tranquilidad nerviosa, pero eso no le impidió desayunar de manera contundente, tras lavarse los dientes comenzó a prepararse, no quería que se le hiciera tarde en un día tan importante, se maquilló a conciencia, algo que no solía hacer muy a menudo, y se puso el vestido que se había comprado para la ocasión. Al contrario que otras muchas mujeres, María no era una gran entusiasta de eso que llaman ir de compras, de hecho, solía sentirse un tanto agobiada en las tiendas, pero tampoco era cuestión de ir con unos vaqueros, «si lo haces, hazlo bien», se decía; era un vestido más bien sencillo, color azul celeste, no muy escotado, pero le gustaba mucho como le quedaba, cuando finalmente estuvo lista cogió su bolso y se marchó, ya en la calle miró el reloj, iba con el tiempo justo, más bien tarde, como siempre.
Cuando Seilou la vio entrar enfundada en ese vestido azul celeste se quedó impresionado, jamás la había visto tan guapa, casi parecía otra, «hasta lleva tacones», exclamó para sus adentros, se levantó de la silla y le dio dos besos, «estás radiante», le dijo, ella se puso un poco colorada, sabía por propia experiencia que a Seilou le costaba un mundo decir piropos a una chica, era una persona un tanto reservada, de esas a las que le cuesta abrirse a la gente, todavía no se sentía como uno más plenamente integrado pese a llevar ocho años aquí, sentía que en la fiesta era un invitado de compromiso; ella le respondió «tú tampoco estás nada mal con ese traje», se lo dijo con intención de replicar el halago, aunque ella misma se daba cuenta de que el piropo, aunque cierto y sentido, quedaba algo descafeinado, pues había sido ella misma quien le había ayudado a escoger el traje, pero María tampoco era muy buena con los halagos. La verdad es que Seilou gozaba de muy buena planta, era un chico guapo, más bien alto, pero no excesivamente corpulento, se podría decir que físicamente era lo más parecido al tipo de chico ideal que más atraía a María, quien detestaba abiertamente los cuerpos esculpidos a golpe de gimnasio, los aborrecía.
Finalmente, llegó el momento, el teniente alcalde los invitó a entrar al salón donde suelen oficiarse estos actos, iba a ser una ceremonia bastante discreta, apenas había unos pocos familiares y algunas  pocas amigas de ella, tan sólo las más allegadas, allí estaban los dos, puestos en disposición, dos palabras, en ese momento Seilou tuvo un fugaz pensamiento donde recordó toda la gente que lo había ayudado cuando llegó a España, a los que le dieron algún trabajo, algún techo, a todas las ONG, centros de acogida, etc., que le prestaron sus servicios a cambio de nada, pensó en la suerte que había tenido y en los que no la han tenido que, en realidad ,son casi todos, pensó en el momento en el que conoció a María, sentada tras esa mesa en aquella oficina de Alicante, pero, sobre todo, pensó de nuevo en su madre. Por su parte, María pensaba en las ironías de la vida y el destino, un destino en el que, por supuesto, no creía, ella que siempre había renegado de las bodas, a las que considera poco más que un protocolo absurdo e innecesario, el mejor extintor posible para apagar la llama del amor, y allí estaba ella, dispuesta a pronunciar esas dos palabras, dos palabras que juró nunca iba a pronunciar, «al menos», pensó para reconfortarse un poco, «no estoy de blanco subida en un altar».
Dos palabras, toda una vida en dos palabras, pocas veces algo tan escaso, tan breve, puede tener tanta relevancia, dos palabras: «sí, quiero», dos palabras: «sí, quiero», y Seilou besó a la novia, ya lo había hecho otras veces, pero esta vez era diferente, este beso era especial, ya no la besaba pensando que podría ser el último beso, pensando que en cualquier momento lo podrían detener y deportar de nuevo a Gambia, esta vez la besaba como la hubiera besado cualquier otro ciudadano español, sólo que él lo hizo mucho más apasionadamente de lo que lo hubiera hecho cualquier otro ciudadano español, finalmente, tras muchos años de angustias ya podía disponer de papeles de residencia y ser un ciudadano español de pleno derecho, pero lo mejor de todo, era que podía estar con la chica más maravillosa del universo por siempre jamás, el resto… era secundario.
Su madre se sentirá orgullosa.


Relato enviado por Israel Martínez
Gracias Israel por enviar tu relato ;)

26 enero 2014

'A L G O' de Jose Luis Rodríguez Muñoz

'A L G O' de Jose Luis Rodríguez Muñoz

El hombre va andando por la calle. Llega a la esquina del cruce con otra, la sobrepasa, mira al fondo; y, en el grupo de personas que transitan por la paralela, una de ellas fija su atención.
      Hay algo raro en ésta –más allá de su altura, su ropa sucia, su expresión despistada y la mirada que le devuelve- que le hace verlo como alguien que, de pronto, ha aparecido en este lugar; pero que  no es de aquí. Y este “no es de aquí” es lo que ha sobrecogido al hombre que lo ha visto; porque lo ha sentido fuera del mundo.
                                  -----o-----o-----
          Ha  pasado un buen rato. La calle –la paralela- está más concurrida que antes. Gente diversa discurre por sus aceras, entrecruzando sus caminos, sin, casi, detenerse ,y, toda con parecido apresuramiento,…pero no pasa nada extraño; sólo es la hora de marchar a casa hasta el día siguiente, después del cierre comercial…
     …Antes de que los últimos transeúntes despueblen las aceras  y los coches dejen de circular continuamente; el hombre –que iba andando por la calle- se ve, también, transitando entre la gente; pero no como ella. Más que andar, se mueve como si buscara algo y tuviera que sortear  lo que le impide verlo. Está agitado, inquieto y visiblemente contrariado; y, a veces, cuando se detiene parece dudar de lo que está haciendo,pero, no puede dejarlo; porque desde que vio –y se miraron- al otro, algo de los dos lo está impulsando a seguirlo.
     Llega –como antes- a una esquina y lo vuelve a ver. Se repone, algo aliviado, al tenerlo cerca sin perderlo y se queda mirándolo, como si entendiera su confusión. Está un poco alejado de la acera, por la que aún camina la poca gente que queda, y  parece apartarse con miedo  de ser empujado; y así –esquivando, dando traspiés y tambaleándose- acaba apoyado en una pared…para , después, dejarse caer al suelo.
     La gente que pasa a su lado no da muestras de verlo aunque mire hacia él; y éste  sólo parece sentir las presencias que pueden ocupar su espacio –y se aparta-, porque sus ojos vagan extraviados e inertes; sin ver.    
     -“Nadie va a tropezar con él,y, él no va a tropezar con nadie; pero los dos van a notar la frialdad del vacío al cruzarse”-. Para el otro hombre –que está diciéndose esto, casi sin tener tiempo para reflexionarlo-algo se está volviendo evidente, y es…que aquel no es de este mundo.
                                       -----o-----o-----
           La noche, en las afueras de la ciudad, está abatiéndose en todo lo que allí vive… Al caer el atardecer la claridad se iba perdiendo en las sombras; aunque la tierra, los árboles y las pequeñas casas dispersas en el campo, todavía conservaban la fuerza, la belleza y la alegría de la vida;…y, ahora, sólo les llegaba el descanso sereno y la espera…
     …Pero ya, la noche ha caído; y nada que esté bajo ella es acogedor. Solamente hay la negrura, el vacío, el silencio, la soledad y frío…;  sólo eso  son las afueras.
      La sombra del hombre – la única que todavía se mueve en la intemperie – penetra en un lugar recóndito y enmalezado – abierto en la tierra-, después de quitar la piedra que lo malcubría. Es una oquedad en la que un cuerpo  no soportaría la dureza, la humedad y la frialdad del suelo; pero él sí entra…Al rato, el lugar queda tan en silencio como el de la noche…
                                              -----o-----
               Antes de  llegar a las afueras de la ciudad, él había deambulado tras la gente –que acababa desapareciendo en sus casas-, había recorrido calles y calles  casi vacías siguiendo unos pasos, se había detenido en cualquier sitio como si lo hubieran parado; y, después ,otra vez, y otra vez, y otra…había vuelto a empezar este ajetreo sin sentido.
     Sólo, cuando –ya anocheciendo- su camino lo llevó fuera de la ciudad, y,  sintió la presencia del campo, el hombre pareció salir de su apatía y se dirigió hacia este lugar.
                                               -----o-----
          El cuerpo yace  en el suelo duro, húmedo y frío de la oquedad abierta  en la tierra. Está muerto, rígido como una piedra, y, tan vac ío por dentro y por fuera de cualquier asomo de vida, como aquella misma. Y dentro del hueco no hay nada que se mueva –ni siquiera un ruído- que rompa la quietud-o el silencio-. Sin embargo, algo del hombre no está enteramente muerto y pervive sin su mundo.
     La memoria no había cesado  después de morir. Sus recuerdos empezaron a recorrer toda su vida hasta el último momento; pero, entonces, volvieron hacia atrás, recomenzaron, llegaron y –aceleradamente- repitieron y repitieron todo; convirtiéndolo en una sacudida para algo del hombre; algo que el escaso tiempo  transcurrido todavía  no había apagado los recuerdos.
    Éstos, poco a poco, abandonaron el camino del pasado y parecieron ser del presente. Un presente que aún seguía ocurriendo en la memoria; en una escena confusa y atropellada, tan llena de dolor y angustia, que acabó reavivando a ese algo, aunque fuera de su mundo. Después, desde el interior más escondido de la mente, se desencadenó lo que hizo regresar al hombre.
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          Aquel otro –el que iba andando por la calle- lleva días sin salir de su casa y, aunque no ha vuelto a verlo, no se le va de la cabeza. Haga lo que haga –desde lo más rutinario a lo menos habitual- la imagen de ese hombre salta en su mente y se queda fija casi impidiéndole atender otra cosa; pero no le muestra nada más, a pesar de esforzarse en comprenderla; sólo que es de alguien fuera de este mundo, que lo sobrecoge angustiosamente y que quiere algo de él…
     …Fuera –igual que los demás días- deambula el otro. El mismo recorrido tras la gente, las mismas calles, las mismas paradas de repente;…el mismo ajetreo sin aparente sentido.
     El cuerpo –alto, desgarbado y suciamente cubierto- no lo ve nadie, ni siquiera él mismo; solamente existe –como era cuando se vio por última vez-para que el algo de la mente lo mueva entre los vivos, sin que éstos lo sientan; más que como un escalofrío al pasar a su lado.
     Y aquello ya no es un algo que tan sólo recuerda, sino un algo que sigue vivo en un presente inacabado y doloroso, que no quiere que suceda... Por eso en su mente se ha desencadenado el regreso; pero a un mundo que ya no es el suyo, y, en el que se siente perdido y solo…
                                                 -----o-----
           En él, la memoria –después del retorno- ha olvidado  lo que pasó tras la muerte; y de ésta sólo tiene la sensación de que se está yendo de la vida.
     …No repara en las calles que –casi por azar- se encuentra, sino en las que fueron suyas; y el aturdimiento y la torpeza de sus pasos  lo pueden llevar a cualquier sitio; hasta, a veces, delante de su casa u otro lugar tan familiar como ésta. Por eso, en ocasiones, se queda parado repentinamente porque algo lo ha atraído; aunque no hace sino sentir su presencia, detenerse como si esperara y seguir andando.
     Lo mismo sucede cuando es la mirada de alguno, la que le suscita una presencia que ha sido algo suya; porque, tampoco, aquel puede verlo.
     …Sigue deambulando perdido y solo en este mundo del que ya se ha ido. Pero una vez –tan sólo una- sus ojos vieron otros ojos, las miradas se cruzaron y alguien lo encontró; aunque únicamente sintió esto.
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          El hombre ha salido de casa. Cree que está huyendo de ella, porque el recuerdo del otro, casi incesante, no lo deja vivir; pero es su mente torturada la que lo impulsa a hacerlo para volverlo a ver y saber lo que quiere…
     …Lo ha visto muy de lejos y va a buscarlo. Su agitación hace que corra detrás a darle alcance; sin embargo, al detenerse un momento para descansar, decide seguirlo y ver qué hace.
     No entiende para qué está recorriendo calles y calles, aunque sea un ser extraño al mundo, porque nada sucede con él. Sólo, algunas paradas súbitas ante la gente o ante algún lugar –que tampoco comprende- interrumpen la caminata.
     Hace bastante tiempo que comenzó a seguirlo. La separación entre los dos cada vez se acorta  más; -lo que le parece lógico por la lentitud del otro-pero no ha notado que es aquel quien se está deteniendo.
     Es una sensación repentina y brusca la que llega al primer hombre; después  de que al volver a sentir la de aquella presencia que lo encontró , haya enlentecido su marcha. Sin embargo, ahora, es angustiosa; tanto que lo ha paralizado; aunque su memoria ha vuelto a tener aquellos recuerdos olvidados al regresar. Después, su cuerpo –extrañamente sacudido- ha salido de su estupor y ha encarado al hombre.
     Éste, sorprendido por todo, se ha quedado quieto, y no puede articular ni una palabra. Los ojos del otro ahora están vivos –aunque parezcan cegados- porque de ellos le llega el pánico y el dolor que está viviendo; sin decir nada.
     Las palabras, ahora, están en la mente del vivo. Su memoria, también ha estado en silencio desde aquel día; y también se ha recuperado. Recuerda la escena y se la dice a sí mismo, sín tratar de esconderla; porque la mirada del otro le ha puesto delante el horror que desencadenó y la culpabilidad que le llega
                                                      -----o-----
          De noche, en las afueras de la ciudad, reaparece aquella sombra. Vuelve a ser alguien perdido, solo, sin recuerdos y moribundo, que está regresando a su tumba.
    Detrás, otro hombre –que lo ha  venido siguiendo- entra tras él en ella.
     La oquedad –abierta en la tierra de nadie y escondida entre la maleza- está como antes –fría, dura y húmeda-; y en el suelo hay un hombre muerto, rígido y descuartizado; que nada tiene –ni dentro, ni fuera- que siga vivo.
     …El otro sale de ella y se interna en el campo; mientras la oscuridad está haciendo desaparecer cualquier asomo de vida.

Relato enviado por Jose Luis Rodríguez Muñoz
Gracias Jose Luis por enviar tu relato ;)

19 enero 2014

''Todo está Consumado' de Arecibo

''Todo está Consumado' de Arecibo

El crucificado tenía el mal hábito de fumarse un cigarrillo cuando nadie lo veía. Viejo y apolillado, presidía la clase desde el nido de águila situado sobre el encerado verde, a la izquierda de una fotografía enmarcada del Rey y a la espalda del maestro; lugar por otro lado idóneo para admirar la precisión del que fuera soldado de infantería en el lanzamiento de borradores y tizas contra el que era sorprendido hablando en voz no lo suficientemente baja con el compañero.
El día que pillé al crucificado enviando con pericia rosquillas de humo grisáceo hacia los fluorescentes apagados sentí que su salud era mi responsabilidad, obligación moral surgida sin lugar a dudas de haber desarrollado mi infancia entre mensajes rotundos contra el tabaco, el alcohol, la velocidad y el sexo sin protección. Así, impulsado por esta necesidad poco menos que enfermiza de cuidar de los demás, me puse ante él con los brazos en jarras y casi le grité: «Fumar puede matar», palabras apocalípticas para una cajetilla de tabaco que salieron estridentes y chillonas de mi garganta preadolescente.
Él me miró, sonriendo con fatalidad y un punto de ironía, y tras una última calada que lo envolvió en una nube de nicotina, con el aplomo del actor que lleva interpretando más de dos siglos la misma obra sobre las tablas, me respondió: «Todo está consumado».


Relato enviado por Arecibo  

Gracias Arecibo por enviar tu relato ;)

14 enero 2014

'De profesión: sicario' de David Rivera Montero
Un,dos,tres..conté los segundos,aguanté la respiración y apreté el gatillo..
Asesino,soldado de fortuna, cazarrecompensas, sicario...Mi profesión tiene muchos nombres,pero a mi el que mas me gusta es el que aprendí cuando era chico: El Matarife.
Mi nombre es Luis Jose Suarez Fonfría, nací en Venezuela hace 33 años,como Jesucristo, y a pesar de ser en casa 5 hermanos (yo era el único varón),solo 2 conseguimos llegar a la cuarta década de nuestras vidas.
Vivía en un barrio marginal de Caracas,donde el hambre y la miseria asomaban en cada esquina.La pobreza me llevó al hambre.El hambre me llevó a robar.Robar me llevó a ambientes turbios y nada recomendables para un niño y al final,con 13 años recién cumplidos,cometí mi primer asesinato.
A la tierna edad de 11 años entré a trabajar con un comerciante local de coca llamado Curlio. Me daba pequeños encargos:llevar este paquete allí,estas dosis allá.Un trabajo fácil y bien remunerado con el que me ganaba algo de dinero para ayudar a comer a mi extensa familia.
Tras 2 años haciendo el transporte,llegué a casa un día caluroso de verano,y un grupo de hombres me esperaba en la puerta de mi choza con aires amenazantes.Al acercarme a ellos vi que habían destrozado parte de mi casa y que a mi padre le habían dado una paliza casi mortal.El mayor de ellos,un hombre de unos 40 años con todos sus dientes de oro,me dijo que sabía de mi trabajo como "repartidor",y me ofreció entrar a formar parte de su banda haciendo trabajos que requerían que pasase de ser un niño,a ser un hombre.
No me quedo mucho espacio a la reflexión,si no aceptaba matarían a mi padre(y posiblemente al resto de mi familia),así que me decidí rápidamente.
El hombre me dijo que fuese la mañana siguiente al bar del barrio,un tugurio de mala muerte donde ya era muy conocido por llevar alli muchos encargos de coca a clientes habituales.Allí,dijo,el dueño me entregaría un papel con información para realizar mi primer trabajo.
Por la mañana me levanté nervioso,pero llegué puntual a mi cita en el bar.Al entrar el dueño(y camarero)me hizo un gesto con la cabeza para que me acercase a el y,sin mediar palabra me entregó una caja metálica envuelta en un paño.Se dio la vuelta y se fue.
Me quedé un rato mirando aquella caja,y cuando salí de mi estupor la guardé bajo el brazo y me fui con ella al baño.Cerré la puerta con pestillo,desenvolví el pañuelo y abrí la caja.
Creo que pasaron unos segundos,o tal vez minutos,hasta que conseguí salir de mi asombro..dentro de la caja había 3 cosas:Una pequeña pistola con el cargador lleno,un papel,y una foto.
Cogí el papel con manos temblorosas y leí la única palabra que estaba escrita en el papel: Mátale.
La foto estaba doblada al medio,aquella foto contenía la cara de la persona que tendría que matar para entrar en aquella banda de asesinos y evitar que matasen a mi familia...y a mi.
Desdoble la foto y me quedé sin habla...aquella foto era de Curlio.
Se ve que mi benefactor durante los dos últimos años tenía algún tipo de cuenta pendiente con la mafia del lugar,y para cobrar esa deuda habían elegido a su joven repartidor de droga. Así mataban dos pájaros de un tiro,se quitaban a Curlio de en medio y hacían una especie de prueba de iniciación a un joven pichón.
Lo haría,estaba jodídamente decidido. Quería a mi manera a Curlio por darme trabajo,pero quería entrar en la banda,quería ser alguien en el barrio y crecer,para poder marcharme de aquel agujero junto a mi familia y no volver jamás.
Al día siguiente llegué a casa de Curlio y toqué cuatro veces a la puerta.señal de que era yo quien llamaba. Curlio abrió y con una sonrisa me entregó un paquete y me dió instrucciones para llevarlo a un cliente que vivía en las afueras.Yo casi ni hablé,los nervios me comían por dentro,y cuando Curlio cerró la puerta,me descubrí con una mano apretando muy fuerte la pistola.Pero la pistola seguía en mi pantalón.Y Curlio seguía vivo.
Así pasé varios días,no podía hacerlo. Era débil,y toda la hombría con la que fachendeaba delante de mis amigos cuando era solo un repartidor,se me había escapado como se le escapa un globo de Helio a un niño pequeño.
A la semana de mi primer encuentro con Culio, una vecina me llamó a gritos cuando caminaba de vuelta a casa.Me gritó algo sobre mis casa,mis padres...pero yo no la entendía.
Lo entendería muy pronto.
Mi madre yacía en un charco de sangre sentada contra la pared de la cocina,con un tiro en la cabeza y otro en el pecho.Mi padre,mi pobre padre que aún seguía en cama con varias costillas rotas de la paliza que le habían dado los sicarios,apareció colgado con una cuerda en su misma habitación.Lloré,lloré hasta que se acabaron mis lágrimas,y entonces entendí que si no hacía lo que debía irían a por mis hermanas y luego a por mí. Así que hice lo que tenía que hacer.
Fui esa misma noche a casa de Curlio, y cuando me abrió la puerta saqué mi pistola y le apunté al pecho. Curlio se quedó atónito,y al ver restos de sangre en mi pantalón comprendió lo que pasaba.La mafia del barrio me había encargado matarlo.
Suplicó,suplicó que lo dejase,que se iría de la ciudad y que me llevaría con él.A mi y a mis hermanas.Su mujer y su hijo pequeño aparecieron por la puerta,llorando y suplicando,y yo seguía allí,débil y estúpido,sin poder hacer lo que tenía que hacer para salvar al resto de mi familia.
Recordé a mi madre tirada en la cocina,y vi la imagen de mi padre colgando inerte en el techo del dormitorio con la cara amoratada....tome aire y miré a Curlio a los ojos.
Un,dos,tres..conté los segundos,aguanté la respiración y apreté el gatillo..

Relato enviado por David Rivera Montero 
Gracias David por enviar tu relato ;)

12 enero 2014

Propuesta de publicación libro digital.

Daniel Sánchez se ha puesto en contacto con este blog para dar a conocer su propuesta de crear un libro digital de relatos para su proyecto final de carrera.

La fecha límite es el 14 de marzo de este año, con la temática 'Bufón' y una longitud de entre 5000 y 7000 palabras, con tipografía Arial y  11 puntos de tamaño (unas 7-10 páginas).

Las bases e información al respecto están en el documento que adjunto en estas líneas.



Gracias Daniel por hacernos llegar tu propuesta.

11 enero 2014

'La niña triste' de Eva Gómez

'La niña triste' de Eva Gómez

En su infancia era una niña de ojos tristes, mirada al suelo y voz bajita. No tenía amigos pero tampoco los quería, le bastaba su imaginación. Con su cabecita inventaba historias de príncipes y princesas, dragones en los que podías volar, personajes malvados que ganaban a los buenos.

Por ejemplo, le gustaba mucho la historia de “La niña de los fósforos” escrita por Hans Christian Andersen. Es una historia triste, como era ella, pero le gustaba muchísimo, la idea de entrar al cielo con su abuela, la única que la había tratado bien, a la niña triste le parecía preciosa, y le hacía lucir una tímida sonrisa en su cara cuando leía el viejo cuento, como la sonrisa de la niña de los fósforos ya muerta, tras `La toda una serie de maravillosas y anheladas imágenes.

La niña triste pensaba que el anhelo y “el echar de menos” eran realmente perjudiciales para uno mismo, las ambiciones quedaban para los que querían ser famosos. Ella pensaba que no 
había que necesitar nada en la vida, ser feliz con lo que se tiene y no tener curiosidad por la vida de los demás.

Poco a poco la niña fue creciendo y su soledad se le hacía demasiado grande, no la abarcaba su familia, se sentía sola y echaba de menos, comparaba su vida con la de los demás,…y ésta comparación la llevó a tener complejos. Si no se hubiese comparado nunca…Tenía complejos físicos porque veía a otras chicas más guapas, complejos psicológicos porque veía a esas chicas más guapas más seguras de sí mismas. O veía chicas que presumían de ser raras, y eran felices con su diferencia, pero ella no era feliz con lo que le hacía diferente a las demás.

Un día le dio por catalogar sus diferencias y escribió en su cuaderno cosas así:
- soy más fea que las demás
- soy más tímida que las demás
- soy más bajita que las demás
- hablo peor que las demás, etc.

Se podía llamar una “lista de penas” que ocupaban más de un folio, todas acababan con las mismas palabras: “…que las demás”. La joven releía una y otra vez esa lista, hasta que un día conoció a un chico que le dijo que merecía ser feliz. Este chico era uno que iba a su misma clase en la universidad y se habían hecho amigos, su primer amigo. El chico le explicó muchas cosas, cosas que ella ya sabía o había pensado, pero lo de merecer ser feliz le pareció excesivo, ¿alguien en concreto merece ser feliz? Quizá la vio tan desesperada que la soltó esa frase, sin pensarlo. El caso es que la chica triste dejo de hablar con ese chico ese día. Y en vez de tener charlas con ese chico las tenía con ella misma. Y se replanteaba la existencia humana, el sentido de la vida y otras cosas.

El chico, que estaba enamorado de ella, nunca lo entendió, pero siguió su vida, como hace casi todo el mundo. Hay otros que se estancan en una época de su vida y no siguen viviendo. Esta chica volvió a coger su lista de penas y leerla.

El día de sus 23 cumpleaños tiró esa lista, y recordó “La niña de los fósforos” y volvió a sonreír, pero esa sonrisa le duró poco. Se dio cuenta de que la niña de los fósforos en realidad no había vivido esas maravillosas escenas, sino que las había imaginado, y que a ella la pasaba igual que no vivía sino que imaginaba.


Relato enviado por Eva Gómez
Gracias Eva por enviar tu relato ;)